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Vinicunca: Las tonalidades de la montaña de 7 colores

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Cada vez que te digan que algo es imposible, recuerda una y mil veces que en Cusco tenemos una montaña arcoíris, si, no leíste mal, una montaña de 7 colores que se deja ver entre nevados imponentes y pone al descubierto sus peculiares colores a la vista del mundo.

Esta hermosa formación geológica que nos regala la naturaleza, situada entre los distritos de Cusipata, provincia de Quispicanchis y Pitumarca, provincia de Canchis sorprende a los espectadores por la forma en que sus colores reposan sobre una montaña que, parece pintada a mano con óleo, sobre este precioso lienzo natural.

Los colores de la montaña arcoíris

Todo tiene una explicación. La pigmentación de esta hermosa montaña de 7 colores, se debe a la composición de minerales tales como arcilla roja, arenisca cuarzosa hierro y magnesio. Esto no es fortuito, ya que gracias a su singular coloración, este atractivo es el segundo destino más visitado en Cusco, haciéndole la competencia directa al siempre querido Machu Picchu.

Miles de atrevidos viajeros vienen de todo el mundo a presenciar con sus propios ojos este increíble destino con la finalidad de subir la montaña arcoíris y tomarse la tan ansiada selfie en la cima, con los colores de fondo. Pero ¿Cómo llegamos hasta ahí? Ahora te lo contamos.

La caminata hacia la montaña de 7 colores

Madrugaremos. Antes de cantar un gallo, tomaremos un bus con dirección a Llacto, lugar en el que podremos prepararnos para nuestra caminata. No te miento, no será sencillo, pero valdrá totalmente la pena.

Comenzaremos caminando un tramo llano, sin mucha subida, acompañados siempre de un hermoso paisaje propio de un clima frío, pastizales amarillos, cielo despejado, nubes blancas y un helado vientecillo que te hace reconectar con la naturaleza. Tranquilo, iremos caminando y entramos en calor, ¡no olvides tu botella de agua!.

Seguiremos así por aproximadamente 1 hora y media, entre pequeños puestos de venta de los pobladores y llamitas que se asoman para hacernos compañía, hasta que llega lo bueno: la subida.

El último tramo: ¡Ya vemos a la montaña de 7 colores!

Poco a poco, se asoman los colores entre las nubes, el aire se siente un poco más frío de lo usual y sentimos que llegó la hora de la caminata pesada, este último tramo para poder llegar a nuestra meta, ¡cumpliremos el ansiado sueño de ver la montaña de 7 colores!

El camino se va empinando. Podemos sentir la adrenalina y las ganas de llegar a la meta. Tomamos aire y continuamos caminando hasta llegar a un sendero que nos guía a lo más alto, nos tomamos de las sogas, a manera de apoyo y seguimos adelante.

Los otros pasajeros se ven a lo lejos, en la cima, tomándose fotografías, en nuestro último impulso, damos los pasos finales y por fin, lo logramos.

En la cima de los 7 colores

Efectivamente, ¡si tiene 7 colores!. Descansamos un momento, nos arreglamos y sonreímos con tal satisfacción de haber logrado nuestro cometido, poder tener delante nuestro, en todo su esplendor esta maravilla de la naturaleza. Vinicunca nos regala su mejor vista, libre de neblina y con un radiante sol que nos ayudará a tomar la tan ansiada portada.

Ya arriba, lo caminado valdrá totalmente la pena. Tenemos ante nosotros la montaña arcoíris y al costado a uno de los apus protectores del Cusco, ¿qué más podemos pedir?

Regresamos, con el corazón contento de haberlo logrado, después de capturar el momento en la mente, el corazón y el celular, comenzamos la bajada, con miras a llegar al bus y retornar, vencedores porque una montaña de 7 colores, no se ve todos los días.

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